jueves, 19 de marzo de 2009
¡Comprad, niños, comprad!
El sector de población más vulnerable a los despiadados ataques publicitarios son los niños, no digo nada nuevo con esto. Una personalidad y capacidades en desarrollo, un mensaje erróneo o confuso de padres confiados, la propia permisividad de éstos, convierten a nuestros jóvenes en objetivo prioritario de las empresas de ropa, de electrónica, de alimentación, que invierten millones de euros anualmente en crear anuncios, carteles y mensajes dirigidos masivamente hacia ellos. Los medios de comunicación audiovisual, cómo no, asumen una enorme parte de responsabilidad ante esta plaga que nos viene azotando desde hace diez años aproximadamente. No es nada raro el caso de empresas patrocinadoras que varían a su antojo los contenidos de programas infantiles y juveniles para predisponer a la audiencia, convertirla en manejable y ser más receptiva a la orden de "¡compra!, es guay".
Un cóctel que combina la dejadez paterna, una agobiante atmósfera publicitaria y un sistema educativo que ha fracasado en la inculcación de valores y contenidos es lo que tenemos hoy diariamente. No sólo en España, desde luego; el viejo mundo civilizado adolece hoy de esta extraña enfermedad.
Pero centrémonos en la publicidad, piedra angular de los males que aquejan a esta juventud educada más por las agresivas consignas televisivas que por los desganados consejos familiares. Una vez más, dejar en manos del Mercado y sus intereses la educación de las generaciones futuras, va a propiciar --lo está siendo, de hecho-- una catástrofe sin precedentes de la democracia liberal tal y como la conocemos. Ya lo estamos padeciendo: más que ningún otro sector de población, la juventud es el menos politizado, el menos activo, el más indiferente; todo lo contrario que en otras épocas. Labor es del Estado impedir que esa Mano Invisible arrastre a su desolador paso las pobres esperanzas que aún se guardan sobre la capacidad productiva, cultural, creadora de los jóvenes.
El Reino Unido ha dado el primer paso legislativo para que cese este spam destructivo sobre la población más vulnerable. Su Gobierno planea prohibir toda publicidad de ropa, cereales o comida basura destinada al público infantil.
El Mercado no entiende de ética, ni nutrición ni educación. El Mercado sólo entiende de beneficios, y hay que pararlo en aquellos puntos en que colisione con los intereses de la sociedad. De toda la sociedad.
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