jueves, 31 de enero de 2013

COLABORACIÓN: "Propuesta de mejora desde la personalidad humana".Mª Trinidad Luque Priego

La madre de nuestro Centro, Mª Trinidad Luque Priego, me envía la siguiente colaboración para nuestro blog que, a continuación, transcribo íntegramente. Gracias por tu colaboración.

PROPUESTA DE MEJORA DESDE LA PERSONALIDAD HUMANA


En la persona, en toda persona, cabe destacar diversas notas que, indudablemente, tienen su proyección pedagógica como rasgos fundamentales de su educación. Desde este punto de vista, las más relevantes son: su singularidad, su autonomía, su apertura, y el ser unitaria.

1.     La persona es singular.
Uno de los rasgos específicos de la persona es su singularidad. Cada persona es única, irrepetible, irreemplazable, con unas características propias que le diferencian de los demás. Los intereses, actitudes, capacidades, potencialidades, necesidades, situaciones y circunstancias de vida, son únicas en cada persona y, diferentes de las demás. Es por ello que, la persona, cada persona, tiene su propia realidad. La singularidad tiene su manifestación más clara en la creatividad y en la originalidad.
Por esta dimensión única, creativa, inabarcable, fuente de posibilidades, abierta a la indeterminación de la persona, destacan unas consecuencias interesantes: la persona es constitutivamente inaccesible; la persona está siempre inacabada y abierta a múltiples posibilidades; la imposibilidad de reducir a la persona a número, cosa o estadística y, la persona no es susceptible de cuantificación o de medida comparativa, puesto que ninguna persona es más o menos que otra.

2.     La persona es autónoma.
Otra dimensión de la persona humana es la autonomía, lo cual significa que la persona posee la capacidad de dirigirse a sí misma, de crearse a sí misma, de posibilitar su protagonismo, de asumir un compromiso personal tras una reflexión sobre sí mismo y el mundo que le rodea. A partir de la reflexión y de la realidad que la circunda, la persona puede decidirse y forjar su proyecto de vida en una situación. De ahí que la autonomía humana es excepcionalmente importante en la educación personal.

3.     La persona es apertura.
Por naturaleza, la persona es un ser abierto a los demás, a la realidad y al mundo que le rodea. La persona proyecta, crea, decide, se abre a la realidad, mira al futuro, porque está dotada de inteligencia y libertad. La persona no es un ser desolado, encerrado en sí mismo, sino que necesita abrirse, y se realiza mejor cuanto más sale de sí, cuanto más transciende su propio ser. Así pues, el origen de la educación puede explicarse, precisamente, por esa cualidad de la persona, por su deseo profundo de transcenderse, de salir de sí para conocer la verdad y conformarse con ella, en sentido formativo y activo. Y, esta apertura, se realiza en una triple perspectiva: en relación al hombre y a las cosas (Heidegger decía que el hombre es un “ser en el mundo”); en relación a los otros (Heidegger decía que el hombre es un “ser con” los demás) y, en relación al absoluto, al ser trascendental. Por tanto, desde esta triple perspectiva, la apertura a los demás supone comunión y comunicación, siendo ésta su experiencia básica. En consecuencia, existir es existir con los demás; no sólo se vive, se convive. El individuo pasa a ser persona cuando supera la dialéctica del yo (egoísmo, aislamiento) y se convierte en “nosotros”.

4.     La persona es unitaria.
La persona humana, se nos ofrece, por un lado, como una realidad múltiple, compleja, polifacética, con una capacidad de reflexión, de afectividad, de libertad, de relación con los demás…; y, al mismo tiempo, unitaria en la multiplicidad de elementos, capacidades, funciones, actividades o comportamientos. La persona es una unidad integral, dinámica, de la que aquellos aspectos, capacidades o funciones sólo pueden considerarse teóricamente separados a partir de la unidad en la que alcanzan sentido y plena significación. A la unidad de la persona como totalidad integrada, es a quien corresponde toda esa variedad y multiplicidad de funciones, y la que da sentido de continuidad, estabilidad y diferenciación a esas funciones. Toda la persona es la que percibe, siente, vive, padece, comprende, ama, se proyecta, espera o anhela. La propia experiencia personal nos advierte de esa unidad integrada, peculiar y compleja, diferenciada y no compuesta de partes en conflicto o aisladas.

Considerando pues, todos estos rasgos específicos y característicos de toda persona humana: singularidad, autonomía, apertura y unidad, y reflexionando activa y positivamente sobre ello, toda persona, por su naturaleza humana necesita de los demás para existir y es parte esencial en la existencia de los demás. Por nuestra naturaleza, nos necesitamos unos a otros, necesitamos unos de otros, co-existimos, evolucionamos juntos; nuestra existencia individual está enmarcada en la co-existencia, en la comunión y la comunicación, en la cooperación. Cada persona es única e irrepetible, y no comparable con los otros. Nos unen las semejanzas en intereses, capacidades, objetivos, funciones…, y también nos unen, por naturaleza, nuestras diferencias y, es en éstas en las que deberíamos centrarnos, ya que son ellas las que nos aportan nuestra singularidad como seres humanos y las que nos engrandecen como personas racionales dotadas de sentimientos y afectividad.
Cuando nos equivocamos, de todos es sabido que, es de sabios pero, indudablemente, lo es más reconocer nuestros errores y enmendarlos, precisamente porque somos personas humanas. Es por ello, que con todas estas líneas, quiero trasladar una reflexión pausada, meditada y tranquila: como persona que soy me he equivocado, aunque no lo he hecho en solitario, es más, estoy convencida de que el error ha sido colectivo. Sin embargo, los desaciertos de la colectividad son individuales cuando existen las diferencias que nos caracterizan como personas, y por tanto, cada cual debe dirigir, decidir y tomar sus propias decisiones, sin que ello resulte en agravio comparativo: ninguna persona es más o menos que otra persona por su manera de obrar, ni mejor ni peor, puesto que la autonomía de la persona es la que nos hace tomar diferentes senderos.
Con todo esto, para aquellos que lean esto, podréis imaginar a qué desatino me estoy refiriendo, y por ello, me gustaría invitaros a una profunda reflexión, teniendo en cuenta los rasgos de la persona especificados, y asumiendo que, además de padres y madres, formamos parte de un todo que no se puede separar ni fragmentar: la comunidad educativa. Y, no podemos considerarnos de forma aislada, porque todos los que somos parte integrante de aquélla, tenemos y compartimos un objetivo común: la educación de nuestros niños y niñas. Y, en ese objetivo tan ambicioso, difícil y complejo, el mayor grado de responsabilidad corresponde a la familia. Es por ello, que no podemos ni debemos entrar en una batalla que no es tal, más bien todo lo contrario; se trata de aunar esfuerzos con el profesorado, con el objetivo último bien claro, caminando juntos, y donde todos y todas educamos con nuestras palabras, con nuestros actos, con nuestro ejemplo. Demos entonces, un paso al frente por esa educación de nuestros hijos e hijas, en la que reitero que somos la parte más importante. Sumémonos a ese todo que es la comunidad educativa, a los profesores y profesoras que nos tienden su mano, que afortunadamente, siguen recorriendo el mismo camino, aunque cada vez más empinado, con más obstáculos. No seamos nosotros, entonces, un obstáculo más en ese camino que también es el nuestro. Por nuestro beneficio personal, reconocer los errores nos hace crecer como personas; por el beneficio del profesorado, reconocer sus innumerables méritos nos dignifica como personas; por el beneficio de nuestros niños y niñas, dar ejemplo con nuestros actos les ofrece los valores que necesitan para que se hagan personas de provecho. Seamos todos más humanos, seamos todos más y mejores personas.  
                                                     Mª TRINIDAD LUQUE PRIEGO

1 comentario:

Mari Trini dijo...

Agradecida por la publicación, simplemente. Espero que se produzca la reflexión propuesta.